Cuantas veces me abrán dicho, María estas más guapa callada. Cuántas veces abré metido la pata por ablar más de la cuenta. Demasiadas.
Me gusta ablar, ablando se entiende la gente dicen, me gusta pensar que con mis palabras puedo cambiar el mundo.
Hablar, ese es mi don y a la vez mi perdición.
Soy consciente de que cada vez mido más mis palabras, que ya no digo lo que se me pasa por la cabeza, y eso no me gusta porque me hacen no ser tanto yo.
Poco a poco voy evitando el cambio, amarrándome a esa infantilidad que aún no veo pérdida. Porque me gusta ser esa niña que no decía palabrotas, por el temor a que le hicieran lavarse la boca con jabón.
Blablablabla.
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