Deberías haberte dado cuenta de ello hace ya tiempo, puede que por los múltiples avisos de aquellas personas que te aprecian. Por mucho que te taparas los oídos o fingieras tener ceguera. De sobra sabías que todo lo malo dicho era verdad. Resultó que realmente estabas ciega, ciega y encaprichada, aunque no valiese la pena. Seguías recordando y soñando que volviera.
Lo de la otra noche, te ha servido para caer en la cuenta, de golpe, ya no lo ves como antes ya no recompones sus gestos una y otra vez en tu cabeza. No necesitas de él y eso te hace ver que ya lo has superado.
Por eso hoy es un día feliz, tocado y hundido, porque esta vez el juego lo tienes ganado.
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